Diarios Estoicos: Escuchar el doble, hablar la mitad
“Tenemos dos orejas y una boca para oír mucho y hablar poco.”
— Zenón de Citio, citado por Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos más ilustres, 7.19
No es necesario escribir tratados cuando el cuerpo ya lo explica todo: dos orejas, una boca. Esa es la proporción. No hay algoritmo más simple. No hay ecuación más elegante. Dos partes para recibir. Una para emitir. Como si la naturaleza, en un arranque de pedagogía sabia, nos hubiera diseñado con la arquitectura de la templanza.
Zenón lo dijo con ironía, claro. Porque los fundadores del estoicismo no eran exactamente ascetas sin humor. Sabían que el silencio es el gran arte incomprendido de esta vida. El joven hablaba demasiado. Como todos los jóvenes, como todos los ansiosos, como todos los que aún no han descubierto que escuchar puede ser más poderoso que convencer.
Y eso, que en tiempos de Zenón era ya problema, hoy se ha convertido en epidemia. Hoy hablamos —y escribimos, y posteamos— como si la opinión fuera una obligación moral. Como si el silencio implicara derrota. Como si cada momento sin intervenir nos restara existencia. Pero no. A veces, callarse es una forma de claridad. A veces, escuchar es un acto revolucionario.
El estoico no calla por miedo. Calla por propósito. Calla para entender. Calla para no repetir lo que el ruido ya grita. Calla para no opacar el momento con su necesidad de control. Y cuando habla… entonces sí, lo hace como se lanza una piedra al agua: con precisión, con peso, con una resonancia que no necesita gritar.
Hay días en que uno quisiera hablar menos. Y escuchar más. Escuchar al otro, sí. Pero también al cuerpo. A la respiración. A esa voz baja que nos habita y que casi nunca se impone. Y si no se impone, tal vez es porque sabe que su poder está, precisamente, en la espera.
Dos orejas, una boca. La próxima vez que tengas la tentación de decirlo todo, recuerda esa geometría. Y que, a veces, lo más sabio que uno puede decir… es nada.
🎧 Recomendación musical para leer este texto: “In the Silence” – Ólafur Arnalds
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