Entradas

Segundas Andanzas: Entrada 4 – A golpe de swing lunar

Imagen
El instante No sabíamos que el swing podía volverse esponjoso, como una nube al anochecer. Tampoco que una burocracia municipal frustrante por la mañana en Alcalá podía encontrar su redención al otro lado de la línea C2 de Cercanías, con destino a Madrid, bajo las ramas altas del Jardín Botánico y la euforia de un beat balcánico en modo jazz-electrónico. La escena: Noches del Botánico. Un festival que ha sabido conjugar el prestigio del jardín universitario con la necesidad de hacer vibrar los cuerpos. Y allí, sobre el escenario, Parov Stelar. No se trata solo de un músico: es un ingeniero de atmósferas, un alquimista de emociones sintetizadas. El pensamiento La jornada empezó como esas películas que abren con una escena burocrática: formularios, sellos, horarios administrativos, funcionarios lacónicos. Alcalá amaneció con esa mezcla de historia gloriosa y tramitología contemporánea. Luego, las reuniones en Madrid: eficaces, necesarias, sin mayores epifanías. Pero lo que no se pu...

Segundas andanzas: Entrada 3 – Días útiles, lunas inútiles

Imagen
El trabajo y sus sombras Hubo días de escritura y de papeles. No los reniego: también son parte del viaje. Informes que se corrigen como si uno alineara adoquines bajo una tormenta. Listas, rúbricas, decisiones. Una jornada útil, con la utilidad de lo que exige estar despierto más allá del cuerpo. Pero el alma no pidió permiso. Y se fue por su cuenta.   Insurrección melódica Por la noche, Bresca. Cena con nombre de sur y menú como abrazo. Pasta casera maravillosa, aunque la experiencia en conjunto no fue tan memorable como en La Zarza.  Una mujer a mi lado hablaba bajo y miraba a su hijo como si estuviera aprendiendo de él. Yo miraba el vino y lo dejaba decir. Después, en casa, El Último de la Fila. “Insurrección” en versión 2023. Tan vigente como un reproche. Tan limpia como una cicatriz ya asumida. Escucharles es volver a una adolescencia más digna, donde la rabia tenía guitarra y las heridas, armonía. El vinilo nuevo reposa en mi escritorio como un talismán de algo que ...

Segundas andanzas: Diario cervantino desde Alcalá Entrada 2 – Mi vecino: Cervantes

Imagen
    Desperté con el golpeteo sordo de los pasos en la calle empedrada. El sol apenas rozaba la piedra roja del convento cuando salí a buscar café. La mañana era suave y exacta. Mi vecindario —lo sabría después— es también un acto de ficción: a unos metros de la Casa de la Novicia Mayr, donde habito con la mujer de pelo azul que custodia la llave, vive Miguel de Cervantes. No hay un timbre. Hay una puerta abierta. Cervantes no está. Pero su ausencia es rigurosa. Una mesa con frutas inmóviles. Un gabinete de loza castellana. Una silla esperando. Hay retablos de marionetas que narran capítulos imposibles del Quijote, y una figura de cartón piedra con la espada en alto que no amenaza a nadie, pero nos recuerda que alguna vez se creyó justa la lucha. Una pareja de bronce me espera afuera. Don Quijote y Sancho, idénticos a sus dudas y desproporciones. Me acerco a uno, luego al otro. Les digo que vengo en son de paz, pero también que traigo preguntas. Camino hacia la Universidad. Sus...

Diario cervantino desde Alcalá: Entrada 1 – Una mujer de pelo azul me abre la puerta

Imagen
  Me instalé en la Casa de la Novicia Mayor , justo donde la Calle Mayor se vuelve murmullo y sombra. Subí las escaleras con ese cansancio que ya no viene del cuerpo, sino del traslado entre tiempos. Y ahí estaba ella: en la pared, observando. Pelo azul, ojos geométricos, boca sin urgencias. No hablaba. No necesitaba hacerlo. Su mirada tenía algo de pacto: “no haré preguntas, si tú tampoco”. Entendí que no estaba en una habitación de alquiler. Estaba dentro de un cuadro habitado. El cielo pesa distinto aquí La tarde colgaba con cierta densidad sobre la Torre de Santa María . No hacía calor, pero el aire se sostenía como un vidrio mal cortado. Las nubes, espesas y teatrales, parecían contener una promesa de tormenta que nunca se cumple. No había turistas. Solo un señor con su nieta, señalando algo que yo no alcancé a ver. Quizás el gesto bastaba. Alcalá, como ciertos libros, se abre por la mitad sin necesidad de entender la portada .   El pan merece un párraf...

Día 12 – Bitácora final: la república imaginada, la escucha conquistada

Imagen
  Hay finales que no cierran, solo se disuelven lentamente en la conciencia. Este es uno de ellos. Última mañana en Gummersbach. La sala está en silencio, pero aún flota en el aire el eco de tantas lenguas, ideas, desacuerdos, chistes, traducciones, silencios. Las sillas vacías no son sólo muebles: son memorias en pausa. La cartulina del ejercicio colectivo —la que dibujaba una “República de la Prensa”— quedó recostada en un rincón, como un manifiesto modesto y sin firma. Y sin embargo, ahí está: aún más real que muchas constituciones. Este seminario no fue solo un programa. Fue una pausa lúcida. Una república momentánea. Una escucha conquistada. Aquí aprendimos que la libertad de expresión no es un derecho abstracto ni una batalla ganada. Es una tarea cotidiana, plural, desgastante, reparadora. No se ejerce solo desde las redacciones o los micrófonos, sino también desde las preguntas que uno se hace, las dudas que se permite, el silencio que cede al otro. En medio de la avalanch...

Día 11 — La república imperfecta del periodismo

Imagen
  El instante He aquí un ejercicio de imaginación democrática: ¿cómo se sostendría una prensa libre en tiempos de algoritmos, posverdad, precariedad laboral y gobiernos autoritarios con delirio de influencers? Eso nos preguntamos esta mañana. No era solo un juego: era la única pregunta posible. Frente al tablero de corcho, como en un aula de civismo utópico, diseñamos los pilares de una república de prensa ideal: diversidad de fuentes de financiamiento (¡sí, también el Estado, pero bajo vigilancia!), ecosistemas regulatorios con dientes (¡no solo PowerPoints!) y periodistas con una ética renovada: más allá de la neutralidad, con vocación por explicar, investigar, reescribir el contrato social con las audiencias. Burak de Turquía (o fue mi hermano Alfonso de España?) hizo la exposición. Pero también aparecieron otras urgencias: salud mental para periodistas quemados por la urgencia de cada día. Redes de colaboración que crucen océanos. El “embajador digital”, que no es un cargo dipl...

Día 10 — Berlín: La objetividad y sus zonas grises

Imagen
  Hay frases que resumen ép ocas, otras que las delatan. Una de esas emergió, inesperada, durante la visita a las instalaciones de un medio público  en Berlín. Un funcionario del medio, con la tranquilidad del burócrata europeo entrenado en la estética del matiz, nos ofreció su perla: “No creo que durante la época del III Reich nadie haya llamado dictador a Hitler.” No había ironía. No era sarcasmo. Era, más bien, la conclusión lógica de un discurso pulido por décadas de ambigüedad institucional. Una forma muy alemana —y muy global— de confundir objetividad con neutralidad moral . Como si el oficio periodístico no debiera nunca nombrar el mal, no fuera llamado a decir dictador cuando se trata de un dictador. Como si bastara con narrar los hechos sin el coraje de interpretar su profundidad ética. ¿No se llamó dictador a Hitler en su tiempo ? ¿Y qué? ¿Debemos repetir ese silencio? ¿Acaso no es eso, precisamente, lo que el periodismo libre y plural juró nunca más hacer? El i...

Día 9 Berlín — Desinformación: el pop más exitoso de nuestro tiempo

Imagen
El instante Una pantalla blanca. Letras grandes: “The Digital Epistemic Divide” . Suena a título de disco conceptual. Algo entre Pink Floyd y Laurie Anderson. Pero no: es el nombre técnico de un fenómeno que ya se nos metió en el cuerpo, como ese jingle que odias pero igual tarareas. Estamos en Berlín, ciudad donde las palabras aún importan, pero donde también aprendimos —de la forma más brutal— que las palabras pueden matar. La jornada de hoy en la Akademie no se parece a una clase ni a un taller. Se parece más a una retrospectiva en el MoMA: “ La desinformación como arte pop del siglo XXI ”. En las paredes invisibles de esta galería mental desfilan memes, capturas de WhatsApp, cuentas fantasmas, influencers enmascarados de activismo y tías entrañables que reenvían fake news como si fueran recetas de cocina. El pensamiento La desinformación no se construye como un discurso: se diseña como un producto cultural. Como una canción de reguetón: repetitiva, pegajosa, predecible, pero efi...

Día 8 — Berlín: tácticas de luz, memoria de piedra

Imagen
  El instante previo La carretera entre Gummersbach y Berlín es recta, eficiente, casi pedagógica. Como si la Bundesrepublik misma quisiera enseñarte que hay una forma correcta de llegar al conocimiento: sin atajos, sin sobresaltos, pero tampoco sin curvas dramáticas. Hasta que llega lo inesperado: un accidente en la ruta bloquea la Autobahn y entonces se forma un atasco monimental de horas. Advertidos a tiempo, nuestro chofer toma por rutas pueblerinas y el paisaje se va volviendo más idílico y menos concreto. Aldeas que ya no son fondo de pantalla, sino escenarios vivos. Berlín aparece, como siempre, sin anunciarse. De pronto estás dentro. No hay bienvenida. Solo estás ahí. El pensamiento En el Gropius Bau, el arte sigue buscando respuestas que no existen. ¿Cómo representar la violencia sin estetizarla? ¿Cómo narrar una ciudad sin borrar las ruinas que la fundaron? Luego, en la Akademie, la pregunta es otra pero su raíz es la misma: ¿cómo preservar el conocimiento c...

Día 7 - Sin tabúes y sin bozal: por qué la prensa libre y plural todavía importa (y mucho)

Imagen
  “We allow no taboos against and seize every chance for the spread of knowledge.” —Timothy Garton Ash (sí, el tipo que habría sido un gran invitado de tertulia en Segundas Temporadas Podcast ) Prólogo con vinilo raspado Si uno se asoma a mis estanterías de acetatos —esas joyas tercas que aún giran a 33 RPM en pleno 2025— descubrirá que incluso los discos más rayados conservan un encanto insobornable: la aguja salta, sí, pero la melodía reaparece con una especie de tozudez romántica. Algo parecido ocurre con la conversación pública. Viene golpeada por propaganda, troles y desinformación barata, pero sigue sonando; y cuando la silenciamos perdemos, como con un disco roto, la magia de toda la pista . Un manual de caudillo que siempre arranca insultando al mensajero Todo autócrata wannabe se presenta con tres golpes muy ensayados. Primero se despacha contra la “prensa corrupta” o el “periodismo vendido”, un derechazo a la mandíbula del mensajero que le permite monopolizar el micrófono...