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Segundas Andanzas desde Alcalá – Último día: Buhardilla con luna llena

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No toda despedida es melancolía. A veces se trata de guardar una última imagen como si fuera la página final de un diario secreto. Y esa imagen, en esta historia, tiene forma de buhardilla. Una buhardilla luminosa, en plena Calle Mayor, donde una mujer de pelo azul custodió mi estancia con la discreta hospitalidad de quien ya ha leído todos los libros. Desde allí vi, cada noche, cómo la ciudad se abría en abanico —entre cúpulas y terrazas— como si me narrara un cuento nuevo que Cervantes dejó a medio escribir. Ahora, en esta última noche, la luna ha salido redonda y sin prisa sobre las torres de Alcalá. No como adorno, ni como emblema, sino como respuesta estética a la intensidad de estos días: las caminatas bajo los soportales, las cenas improvisadas, las cartas escritas y no enviadas, la música de Parov Stelar flotando sobre las copas de los árboles, el sonido grave de los trenes cercanos, la risa de los estudiantes en la plaza, el olor de las librerías viejas, la burocracia co...

Diario cervantino desde Alcalá: Entrada 1 – Una mujer de pelo azul me abre la puerta

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  Me instalé en la Casa de la Novicia Mayor , justo donde la Calle Mayor se vuelve murmullo y sombra. Subí las escaleras con ese cansancio que ya no viene del cuerpo, sino del traslado entre tiempos. Y ahí estaba ella: en la pared, observando. Pelo azul, ojos geométricos, boca sin urgencias. No hablaba. No necesitaba hacerlo. Su mirada tenía algo de pacto: “no haré preguntas, si tú tampoco”. Entendí que no estaba en una habitación de alquiler. Estaba dentro de un cuadro habitado. El cielo pesa distinto aquí La tarde colgaba con cierta densidad sobre la Torre de Santa María . No hacía calor, pero el aire se sostenía como un vidrio mal cortado. Las nubes, espesas y teatrales, parecían contener una promesa de tormenta que nunca se cumple. No había turistas. Solo un señor con su nieta, señalando algo que yo no alcancé a ver. Quizás el gesto bastaba. Alcalá, como ciertos libros, se abre por la mitad sin necesidad de entender la portada .   El pan merece un párraf...