Segundas Temporadas: la belleza de volver a empezar
Debía comenzar por aquí, pero esta no es una peli con narrativa lineal, todo lo contrario, los saltos en el tiempo son marca de la casa.
Hay quien dice que no hay segundas oportunidades. Que lo que no se hizo, no se hará. Que lo que se abandonó, debe quedarse en el archivo. Pero yo, que he visto cerrar diarios y abrir heridas, que he coleccionado vinilos como quien rescata vidas pasadas, creo firmemente en las segundas temporadas.
Este blog, este rincón digital que lleva por nombre Segundas Temporadas, no es una novedad ni una ocurrencia de madrugada. Es una reanudación. Un volver a escribir, con el alma menos ingenua, pero no menos apasionada. Porque hubo un tiempo, hace más de una década, en que escribir era parte de mi respiración diaria. Tenía una columna semanal en el diario HOY, donde reflexionaba sobre política, derechos humanos, cultura, periodismo, música y la vida en general. Ese espacio se convirtió en una pequeña patria de papel.
Pero en 2013, el gobierno de entonces —autoritario, pendenciero, vengativo como sólo saben serlo los que se creen dueños de la verdad— cerró el diario de una forma que todavía huele a expediente amañado y a censura disfrazada de economía. No se cerró como se cierran los periódicos por quiebra o por falta de lectores. Se lo cerró como se extingue una llama que molesta. Con saña, con alevosía, con un susurro burocrático de fondo que decía “esto les pasa por pensar diferente”.
Desde entonces, escribir —al menos con regularidad, con rito, con ritual— se volvió un lujo postergado. El periodismo de batalla me reclamaba en otras trincheras. Las alertas, los informes, los comunicados, las entrevistas. La palabra urgente desplazó a la palabra pensada. Y sin darme cuenta, me fui volviendo un excolumnista.
Hasta ahora.
Decido volver a escribir como quien vuelve a una casa que estuvo cerrada demasiado tiempo. Barrer el polvo de las esquinas, abrir las ventanas al aire de mayo, poner a sonar un disco viejo (quizá Live in Tokyo de Weather Report, quizá Echoes en su versión pompeyana), y sentarme a conversar. Porque eso es lo que busco aquí: conversación. No desde la tribuna, sino desde la sala de estar. Un espacio donde podamos hablar de lo que nos conmueve, nos irrita o nos salva.
Este blog será un collage de mis obsesiones: el jazz y los derechos humanos, la política en clave irónica, la tecnología con alma, los perfumes que evocan ciudades, las cocinas donde se piensa mejor que en los despachos, las películas que aún resuenan cuando se apagan las luces. Habrá humor, sí. Habrá enfado, también. Habrá memoria, siempre.
Y sobre todo, habrá segundas veces. Porque escribir, después de tanto, es también un acto de resistencia contra el olvido. Contra el exilio de las palabras.
Bienvenidos a esta segunda temporada. Se publica lunes, miércoles y viernes (salvo excepciones poéticas o anarquistas). Aquí no hay spoilers, pero sí pistas, atajos, y alguna que otra digresión musical.
Gracias por volver. O por llegar. Lo importante es estar.
Y si algo de lo que encuentres aquí te resuena, déjame un comentario, un emoji, una canción.
Nos seguimos leyendo.
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