Parts of the Process

Una historia personal, musical y fundacional

En abril de 2007 el clima de Quito era una contradicción atmosférica. Por las mañanas, el sol prometía epifanías, y por las tardes, una llovizna cínica, como si la ciudad se negara a tomarse en serio su propio clima y, de paso, mi decisión de fundar Fundamedios. Ese mes compré un disco usado —aunque en buen estado, gracias al ritual de limpieza con algodón y alcohol isopropílico que todo coleccionista aprende antes que el Padrenuestro—: Parts of the Process de Morcheeba. El disco era de 2003, sí, pero para mí, como todo en la vida, llegó justo a tiempo.

En ese momento, cuando aún no teníamos oficina, ni papelería membretada, ni siquiera una estrategia de comunicación, ese best of con “The Sea”, “Otherwise” y “Rome Wasn’t Built in a Day” se convirtió en banda sonora involuntaria de una aventura que empezaba sin épica, pero con mucha convicción. Con Vero, Lucy y Gabriel sosteniendo mis convicciones.



2007: Las sombras, los versos y el reggaetón experimental

Ese abril, mientras yo llenaba formularios y convencía a potenciales socios de que Fundamedios no era otra ONG con nombre pretencioso, Residente o Visitante de Calle 13 se escuchaba en las radios más audaces. La música urbana todavía era sospechosa para la crítica, pero ese disco marcó el inicio de una era: compromiso político en clave de cumbia villera, tango electrónico y rap caribeño.

Al mismo tiempo, Year Zero de Nine Inch Nails sonaba como una advertencia. Un disco apocalíptico, conceptual, que hablaba de vigilancia, represión y futuros distópicos. Como si Trent Reznor hubiera anticipado los gobiernos que vendrían en América Latina, armados de leyes mordaza y trolls gubernamentales.

2008: Trip-hop de regreso y periodistas en retirada

Abril trajo el regreso de Portishead con Third, un disco experimental que abandonaba el trip-hop sensual por una angustia áspera. Era el soundtrack perfecto para las ruedas de prensa que, cada vez más, se vaciaban cuando el tema era libertad de expresión. Yo lo escuchaba mientras redactaba alertas que nadie quería leer.

2009: Bob Dylan, lo dijo: you better walk right

Ese abril, Dylan lanzó Together Through Life. Tenía 67 años, y seguía hablando del amor y la decepción como si el tiempo no pasara. Yo empezaba a sentirme igual: Fundamedios ya caminaba, pero muchos editores preferían ignorarnos. “No se metan con el Gobierno”, me decían. Yo les respondía con la voz de Dylan: If you ever go to Houston, you better walk right.


2011: Foo Fighters, Maná y la idea de resistencia

Abril trajo el Wasting Light de Foo Fighters, grabado en un garaje y en cinta analógica. Puro músculo, sin adornos. Era el disco ideal para tiempos difíciles, cuando Fundamedios empezaba a ser blanco de ataques. También apareció Drama y Luz de Maná, con un título que parecía una consigna institucional.

2013: Fall Out Boy, el regreso inesperado

Ese mes de abril se lanzó Save Rock and Roll. Sí, los muchachos emo de los 2000 habían vuelto, y con Elton John en un dueto. Ridículo y entrañable. Como muchas de nuestras campañas para denunciar leyes absurdas o presentar informes frente a asambleas vacías.

2016: Beyoncé, el arte del golpe y la resiliencia

Lemonade fue el álbum del año. Pero más allá de la producción impecable y las letras sobre traición y empoderamiento, fue una obra visual que nos recordó que la verdad duele, pero también sana. Ese año por el gobierno de Rafael Correa intentó disolver ilegalmente a Fundamedios. “They don’t love you like I love you”, cantaba Beyoncé, y uno no sabía si hablaba de una pareja o de la democracia.


2018 – Abril sangriento: El dolor que no se calla

Abril de 2018 fue otra cosa. No hubo metáfora ni retórica posible. 

Abril de 2018 fue un mes donde la música y el silencio parecían disputarse el derecho a nombrar la tragedia.

Ese mes, Javier Ortega, Paúl Rivas y Efraín Segarra -trabajadores y periodostas- de Diario El Comercio- fueron secuestrados y asesinados en la frontera entre Ecuador y Colombia. 

La oscuridad dejó de ser metáfora.

Ese abril, en el norte, Tord Gustavsen lanzaba The Other Side, un disco de jazz nórdico que parecía hecho para momentos así: melancólico, minimalista, lleno de silencios que pesan más que las palabras.

Y Damien Jurado susurraba en The Horizon Just Laughed canciones de ciudades rotas, de horizontes tristes que se resisten a desaparecer.

Desde Fundamedios no tuvimos otra opción que levantar la voz.

Denunciar. Exigir. Recordar. Exigir justicia. Nunca bastó. Todavía no basta.

Porque el verdadero crimen no es sólo matar periodistas: es también intentar borrar su memoria.

2019: Billie Eilish y la nueva generación

Con apenas 17 años, When We All Fall Asleep, Where Do We Go? llegó para redefinir el pop. Voces susurradas, producción minimalista, estética oscura. En Fundamedios hablábamos ya de deepfakes, desinformación algorítmica y cómo proteger a periodistas jóvenes que ya no querían redacciones sino canales de YouTube.

2020: Fiona Apple y la pandemia

Fetch the Bolt Cutters fue un acto de liberación. Grabado en casa, con percusiones hechas con muebles. Era el disco ideal para ese abril de encierro. Mientras el COVID vaciaba calles, Fundamedios migraba todo a lo digital y aprendía que la defensa de derechos también se hace desde Zoom, con mala conexión y coraje intacto.

2023: The National y la melancolía de resistir en un agosto oscuro

El 9 de agosto de 2023, Fernando Villavicencio —periodista, amigo, y voz incómoda donde más dolía— fue asesinado a balazos en plena campaña presidencial.

Una ráfaga que quiso silenciar no solo una vida, sino también una idea: que aún era posible un país distinto.

Ese agosto, First Two Pages of Frankenstein de The National sonaba en mis audífonos. Canciones tristes, introspectivas, que de pronto dejaron de ser consuelo para convertirse en epitafio.

La muerte volvió a enseñarnos lo que siempre olvidamos: que el silencio impuesto es la peor de todas las derrotas.

Desde Fundamedios, lloramos, denunciamos y, sobre todo, prometimos seguir hablando. Aunque duela. Aunque cueste. Como The National, sentía que resistir era un acto íntimo. Habíamos sobrevivido gobiernos autoritarios, pandemias, trolls, y ahí seguíamos: convocando, investigando, defendiendo.

2025: Morcheeba de nuevo, pero ahora con otra luz

Este abril, por puro azar —o porque el algoritmo me conoce demasiado— volvió a sonar Parts of the Process. Veintitrés años después de su publicación y diecisiete después de que lo compré en una tienda del centro comercial El Bosque, sigue siendo mi disco de fundación.

Fundamedios también ha madurado. Nos hemos expandido, nos han premiado, y sí, también hemos llorado. Porque defender la libertad de expresión no es una moda: es una forma de estar en el mundo. Y como dice Morcheeba: Fear can stop your loving, love can stop your fear.

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