Día 4: La libertad también se cuida



En Gummersbach, hoy hicimos una pausa sin dejar de avanzar. Fue un día para mirarnos hacia dentro, para reconocer que el periodismo —ese oficio de riesgo y de sentido— también necesita respirar. No es solo el cuerpo el que se agota: es el alma, la voluntad, la palabra. Y sin palabra no hay periodismo. Y sin periodismo no hay libertad.

La mañana fue para hablar de burnout, ansiedad, miedo. Pero también de lo que sostiene: las redes de apoyo, la terapia, el reconocimiento de que estar bien no es un lujo sino una forma de resistencia. Aya Mhanna nos habló desde la experiencia y el cuidado, nos recordó —como quien enciende una luz sin aspavientos— que proteger la libertad de prensa empieza por cuidar a quienes la ejercen.

Luego vinieron las preguntas de siempre, esas que no se agotan porque tampoco se resuelven del todo: ¿dónde está el poder?, ¿quién controla el relato?, ¿qué amenazas enfrentan los medios? En el grupo latinoamericano —rodeado de colegas que ya no son extraños— hablamos de plataformas digitales que nos vigilan más de lo que informan, de gobiernos populistas con ínfulas de censores ilustrados, de conglomerados que imponen la agenda, de narcoestados y sicariato contra periodistas. Pero también de dignidad, de pequeñas redacciones que resisten, de periodistas que informan aunque todo empuje al silencio.

En medio de ese mapa de amenazas aparecieron las emociones. Miedo, rabia, odio. Pero también esperanza. Porque cuando alguien pone en la pizarra una palabra como “solidaridad” o “gratitud”, uno recuerda que todavía hay espacio para reconstruir. Como en esa canción de los Smiths: There is a light that never goes out. Algunos la coreamos por dentro mientras escribíamos nuestras palabras en papel kraft. Esas son las verdaderas canciones de protesta.

Y como si el día no hubiera tenido suficiente carga, por la noche vino el remate perfecto: la película Our Brand is Crisis, con una Sandra Bullock cínica, brillante y desbordada de esa energía oscura que mueve al nuevo ejército de la política: los consultores. Esos héroes canallas —mezcla de spin doctors y demiurgos del desastre— que manipulan la democracia con la misma frialdad con la que se redacta un briefing. El filme se vuelve más incómodo cuanto más lo reconoces. Porque no es Bolivia, es América Latina. Y no es ficción, es martes por la noche.

Desde la colina liberal, entre papeles de colores y cine político, la libertad de prensa hoy fue pregunta, trazo, fuego, pero también aliento.


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