Bitácora de Escucha I: La verdad y la emoción – Silvia en casa
Ficha técnica emocional
Fecha: 26 de julio de 2025
Lugar: Sala de escucha, Quito
Sistema: McIntosh MC352 + VPI Cliffwood + DAC Moon 780
Discos:
- Toda la vida, un día – Silvia Pérez Cruz
- Silvia & Salvador – Silvia Pérez Cruz y Salvador Sobral
- Hora de escucha: 16h00 a 18h15
- Formato: Vinilo (ediciones originales, estado NM)
- Vinilo destacado: Silvia & Salvador
- Temperatura emocional del sistema:
- Agudos: suaves, precisos, sin aristas
- Medios: luminosos, carnales
- Graves: nobles, presentes, sin excesos
- Nivel de revelación del sistema: 9.5 / 10
- Nivel de conmoción auditiva: 10 / 10
El instante
La aguja cayó con suavidad sobre el primer surco de Toda la vida, un día, y desde entonces ya no hubo marcha atrás. Silvia no canta: desarma. No interpreta: confiesa. Y lo hace en un disco lleno de capas, de decisiones de producción que parecen hablarnos en voz baja al oído derecho mientras el izquierdo se queda temblando.
La sesión comenzó como quien abre una carta antigua sin saber si reirá o llorará. A medida que sus cinco movimientos se despliegan, los silencios y detalles alimentan una emocionalidad llena de nostalgia que llega a su clímax en el tema que da nombre al álbum. Desde la primera escucha, este disco se comporta como un organismo vivo: sus frecuencias graves se asientan con elegancia, las voces flotan en una escena amplia y delicada. El McIntosh MA352 mostró aquí su mejor perfil: control absoluto sin asfixiar la dinámica. Y los tubos del preamplificador dibujaron contornos emocionales más que líneas sónicas.
El pensamiento
No es un disco fácil. Tampoco pretende serlo. Hay silencios que pesan más que las palabras. Hay texturas –esa cuerda rasgada como un eco seco de Violeta Parra, esa respiración antes del primer acorde– que, en otro sistema, podrían pasar desapercibidas. Pero aquí, con el VPI Cliffwood y su brazo atento y filtrando el alma analógica del disco sin esterilizarla, cada detalle fue una revelación.
Silvia parece dialogar con el amor desde una conciencia rota pero luminosa. Y el sistema lo supo traducir: no sobreactuó, no endulzó. Simplemente dejó que el dolor cantado pasara por la sala como un cometa de carne.
El viraje
Y entonces cambió todo. Entró Salvador Sobral.
Con Silvia & Salvador, la emoción dejó de ser introspección para convertirse en comunión. Aquí ya no hay soledad, sino complicidad. Las voces se entrelazan con una naturalidad que solo se da cuando dos músicos no solo se admiran, sino que se entienden en la misma frecuencia afectiva.
Este álbum fue la cúspide emocional de la tarde. Los medios dieron una calidez que abrazó la voz de Salvador sin apagar la de Silvia. El escenario sonoro se volvió tridimensional, la sala desapareció, y por unos minutos estábamos en algún lugar del Barrio Alto lisboeta, en una sobremesa sin fin, con copas de vino tinto y una guitarra cómplice.
La resonancia
¿Qué quedó al final? Una sensación de gratitud. Por Silvia. Por Salvador. Por el sistema que supo estar a la altura de la música. Y por la posibilidad de que la belleza siga teniendo un canal de transmisión directa con el alma, aunque venga en un disco de vinilo que gira a 33 rpm.
Porque sí, en esta casa también se cree que hay verdades que solo la música puede pronunciar sin romperse.
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