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Mostrando las entradas de julio, 2025

Diarios Estoicos: La libertad de escoger tus batallas

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  No son los grandes dramas los que nos quiebran. No es el incendio, el naufragio o la bancarrota. Es la impaciencia o la maldad ajena. Es esa voz que se eleva un tono más allá del respeto. Es ese juicio envuelto en condescendencia. Es el dedo que no señala, pero insinúa. La acusación injusta que solo intenta sembrar dudas. ¿Te enojas? ¿Reaccionas? ¿Respondes con la misma moneda? Entonces, todavía no has entendido —nos susurra Marco Aurelio— una de las reglas más fundamentales de la libertad interior: que nada externo puede arrebatarte la paz, a menos que tú la entregues. Blindarse no es callar. No es resignarse. Es elegir. Escoger dónde pones tu energía, tu aliento, tu tiempo. No toda batalla es tuya. No toda provocación merece réplica. No todo ruido exige respuesta. Y cuando esa lucidez se asienta, ocurre lo más estoico y lo más hermoso: el mundo sigue siendo el mundo —grosero, impaciente, injusto—, pero tú ya no eres su rehén. Observas. Eliges. Y la mayoría de las vece...

Bitácora de Escucha I: La verdad y la emoción – Silvia en casa

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Ficha técnica emocional Fecha : 26 de julio de 2025 Lugar : Sala de escucha, Quito Sistema : McIntosh MC352 + VPI Cliffwood + DAC Moon 780 Discos : Toda la vida, un día – Silvia Pérez Cruz Silvia & Salvador – Silvia Pérez Cruz y Salvador Sobral Hora de escucha: 16h00 a 18h15 Formato : Vinilo (ediciones originales, estado NM) Vinilo destacado : Silvia & Salvador Temperatura emocional del sistema: Agudos : suaves, precisos, sin aristas Medios : luminosos, carnales Graves : nobles, presentes, sin excesos Nivel de revelación del sistema: 9.5 / 10 Nivel de conmoción auditiva: 10 / 10 El instante La aguja cayó con suavidad sobre el primer surco de Toda la vida, un día, y desde entonces ya no hubo marcha atrás. Silvia no canta: desarma. No interpreta: confiesa. Y lo hace en un disco lleno de capas, de decisiones de producción que parecen hablarnos en voz baja al oído derecho mientras el izquierdo se queda temblando. La sesión comenzó como quien abre una carta antigua sin sab...

La casa que olvidó sus planos

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No es que falten los recuerdos. Es que han aprendido a esconderse mejor que nosotros.

 El olvido no es un vacío. Es una casa sin planos, donde cada puerta da a un pasillo diferente cada vez que parpadeamos.

 Allí viven los nombres no dichos, las calles que solo existen en los sueños, el rostro del primer miedo y el sabor exacto de la leche tibia en una taza azul. 

A veces entramos sin saberlo. Una frase nos abandona a mitad del aire, un gesto nos resulta ajeno, una lágrima cae sin tener destinatario. 

El olvido no borra: desplaza. No niega: reordena. No calla: habla en un idioma que ya no dominamos.

 Y sin embargo, cuando todo parece disuelto, cuando creemos haber perdido el último hilo, una imagen regresa. No como rescate, sino como signo.

 Un pez de plata nada en la memoria nocturna. Una palabra antigua resucita en la boca de otro. Un poema se escribe solo con las migajas que dejó el olvido.

 Quizá no olvidamos. Quizá solo cambiamos de memoria, como quien cambia de piel o de D...

Diarios Estoicos: La Voluntad Serenísima

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No hay virtud posible sin libertad. Lo que se hace por miedo, por costumbre, por cálculo o por complacer a los demás, podrá ser correcto, útil o incluso necesario. Pero no es honesto. Séneca lo sabía. Y no hablaba desde la comodidad de un filósofo de biblioteca, sino desde el filo constante de la espada de Domiciano, del chantaje político, del exilio, del dolor. Lo que llamamos acción honesta, decía, nace de una voluntad lúcida, no de un deber impuesto ni de un mandato exterior. Cuántas veces actuamos a desgano, por obligación, por no desentonar, por no decepcionar. Aceptamos trabajos, roles, invitaciones, silencios… no porque los hayamos elegido, sino porque tememos lo que podría pasar si no lo hacemos. ¿Y qué queda de nosotros tras esa coacción amable? Un vacío vestido de cortesía. El estoico no rechaza la disciplina, pero sí el sometimiento. Acepta los deberes naturales —con los demás, con la comunidad, con la razón—, pero siempre los filtra por su juicio. Es voluntaria la acció...

Ozzy Osbourne: el vuelo final del murciélago

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Elegía por el profeta disléxico del caos que cantó con voz de niño poseído y corazón de heavy metal Se fue el Príncipe de las Tinieblas. Pero más que eso, se fue uno de los últimos sobrevivientes de una raza extinta: los frontman imposibles, los antihéroes adorables, los dementes con alma de blues. Pero lo que más duele es que con él se va otro pedazo de ese rock que no pedía permiso, que no tenía marketing plan, ni community manager. Se va el rock de carne y hueso, de feedback, de sudor y de distorsión sucia. Y sí, hermano… se acaba una era. Cómo llegó Ozzy a mi vida Como todo lo que era Ozzy: a raudales, ilimitado. No llegó por partes ni en orden cronológico. No se presentó con una biografía ni con un disco solo. Se instaló como un vendaval. Escuché —casi al mismo tiempo— sus primeros cuatro discos con Black Sabbath y sus primeros cuatro discos como solista. Fue, sin saberlo, un masterado sobre toda la oscuridad y toda la belleza que puede caber en el planeta Tierra. Un curso inte...

Diarios estoicos: El ruido ajeno y la serenidad propia

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Hay mañanas —más frecuentes de lo que uno quisiera— en las que uno abre los ojos y el primer pensamiento es: ¿por qué me tocó compartir mundo con semejante energúmeno? Puede ser el vecino que se cree DJ de reguetón desde las seis de la mañana. El conductor que decidió que el claxon es una extensión de su sistema nervioso. El funcionario público que hace de la ineficiencia una forma de arte. O simplemente alguien que, por alguna razón insondable, se ha convertido en nuestro “prójimo molesto”. Pero entonces uno recuerda a Marco Aurelio. “La voluntad de mi prójimo es tan diferente de la mía como su alma y su cuerpo”, escribió. Y uno respira. Porque el emperador estoico, que tenía que lidiar con senadores intrigantes, ejércitos desleales y pestes verdaderas (no solo redes sociales), comprendió algo crucial: que cada quien es movido por una razón propia, por una lógica que no es la mía, por una historia que no se parece a la mía. Y sin embargo —y aquí viene el truco estoico— la Naturale...

El llanto en vivo y la patria en ruinas

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Hay imágenes que no necesitan edición, ni música incidental, ni efectos especiales para volverse inolvidables. Basta un gesto, una pausa, un temblor en la voz. El periodista Daniel Palma se quebró durante una transmisión en vivo. Y no lo hizo por un drama personal, sino por algo más vasto, más grave y más íntimo a la vez: su ciudad . Palma lloró por Manta . Por los asesinatos que ya no caben en las páginas del diario. Por los cuerpos abandonados en plena calle. Por las balaceras que interrumpen el sueño y el trabajo. Por ese miedo que ya no es excepcional, sino cotidiano. Por esa Manta que lo vio crecer y que ahora lo obliga a hablar con voz temblorosa mientras informa sobre otra ejecución, otra desaparición, otra extorsión más. Pero también lloró por todos nosotros . Porque Manta no es una excepción: es un espejo. Una ciudad que, como tantas en Ecuador, ha sido sitiada por el crimen organizado y abandonada por el Estado. Una ciudad donde los periodistas tienen que informar desde trinc...

Diarios Estoicos: Como la viña que da uvas

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  Hay individuos que cuando hacen un favor a su prójimo se apresuran a echárselo en cara. Algunos no llegan a este extremo; pero en su fuero interno consideran a su favorecido como un deudor, y siempre tienen presente el servicio que le han hecho. Otros, en fin, ignoran al parecer hasta el favor que han podido prestar, del mismo modo que la viña no exige nada por haber creado la uva y se halla, por el contrario, muy satisfecha de haber producido el fruto que le correspondía; como el caballo que ha dado una carrera, como el perro que ha levantado la caza, como las abejas que han elaborado la miel. El verdadero bienhechor no reclama nada, sino que se prepara para otra buena acción; como la viña, que al llegar la estación da otra vez fruto.  Marco Aurelio, Meditaciones, 5.6 Hay quienes hacen un favor y corren a recordártelo. No han terminado de tenderte la mano y ya están emitiendo factura. Otros son más sutiles: no dicen nada, pero su mirada lleva inscrita la cifra de...

El valor de un gesto o cuando la palabra se vuelve pacto

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    No es fácil sentarse a conversar cuando han corrido gases, empujones, agresiones, silencios institucionales. No es sencillo tender una mano cuando del otro lado hay desconfianza, prejuicio, miedo. Y eso sucedió durante más de un año, periodo durante el cual logramos sentar a periodistas y oficiales de la Policía en toda la geografía ecuatoriana.  Por eso lo que ocurrió hoy, 15 de julio, en el auditorio de la Escuela Superior de Policía, merece ser contado más allá del boletín oficial. Porque hoy se firmó un documento, sí, pero sobre todo se legitimó un gesto: el de hablar, escucharse y reconocer que hay caminos que solo se pueden andar juntos. El Documento de Acuerdos entre la Policía Nacional y periodistas no es un tratado ni una utopía. Es un conjunto de compromisos nacidos del terreno, de la práctica, del roce constante —y a veces doloroso— entre quienes deben garantizar el orden y quienes deben garantizar el derecho a contarlo. Se construyó con voces diversas, en...

Diarios Estoicos: Contra el exceso de palabras y de PowerPoints

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“Obra inteligentemente. En tus conversaciones no seas disperso. No divagues en tus pensamientos. Evita, asimismo, el aspecto taciturno y las agudezas de ingenio. No consumas tu vida en los negocios.” Marco Aurelio, Meditaciones, 8.51 La meditación 8.51 de Marco Aurelio podría leerse como un pequeño manifiesto contra la trivialidad y la dispersión en tiempos que, incluso para él, ya se sentían llenos de ruido. Marco Aurelio no tuvo redes sociales, pero conocía bien el peligro de una conversación dispersa. También de una agenda saturada. En pocas líneas, nos deja una advertencia que, con solo cambiar la toga por una reunión de Zoom, sigue tan vigente como el café frío del escritorio. “Obra inteligentemente”, dice. No dice “obra eficientemente”, ni “obra con éxito”, ni siquiera “obra con rapidez”. Dice inteligentemente. Como quien ya sabía que el exceso de actividad no es sinónimo de sentido. Que el calendario lleno puede ser, en realidad, una forma muy decorosa ...

Segundas andanzas desde Alcalá. Epílogo: el librero llama, yo acudo

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Justo cuando la luna parecía haber clausurado la bitácora cervantina con su reverberación sobre las torres de Alcalá, Rafael, el cómplice librero de la escondida Librería Lucense, me escribió: —César, ya está aquí el ejemplar. Uno de los pocos que hay en toda España. El libro: Poetas concatenados: Cavafis, Cernuda, Valente y Gamoneda. La llamada: urgente y callada como una epifanía. El trayecto: cercanías hasta Madrid, luego las calles de Chamartín. Y allí estaba yo, cerrando con mi firma y mi huella una andanza que ya se sabía circular. Volví al punto inicial de toda escritura: un librero de barrio, una estantería con luz tibia y ese texto improbable que uno no busca, pero que lo llama por su nombre completo. No es una coincidencia. Es la manera en que la poesía extiende su última vocal antes del silencio.