Weather Report en dos tiempos: arqueología eléctrica y explosión funky


Para Gabriel y su amor por Jaco
 
Estaba caminando por Bruselas, buscando la tienda de discos Veals & Geeks que había descubierto en mi primera visita a la capital de Europa, cuando sonó la alarma de mi reloj. Tenía menos de una hora para llegar a mi próxima reunión —por suerte, cerca del centro histórico— así que apresuré el paso. Y entonces, como si los dioses del jazz se apiadaran de mí, giré la cabeza a la izquierda y ahí estaba: Caroline Music. Fue amor a primera vista. 



Caroline es una de esas tiendas que todavía huelen a vinilo nuevo y polvo de colección, donde los estantes crujen de historia y tentación. Entré y estuve a punto de perder la cabeza —cosa que no sería la primera vez que me ocurre en una disquería—. Terminé saliendo con cuatro vinilos bajo el brazo, entre ellos uno que me sacudió la memoria: el famosísimo 8:30 de Weather Report.

Al verlo, me devolvió como un relámpago a la primera vez que escuché aquel disco en vivo, pero no ese, sino otro, más lejano y menos conocido: Live in Japan. Me lo prestó un amigo cuando apenas éramos unos postadolescentes fascinados por ese universo que se llamaba jazz fusión. Hice una copia en casete que aún conservo, en algún cajón de la nostalgia, junto a las cosas que nunca se tiran aunque ya no suenen.

De ese reencuentro con dos discos fundamentales nació esta pequeña comparación entre dos tiempos, dos sonidos y dos maneras de entender lo que Weather Report fue: un meteorito eléctrico que cayó sobre la música contemporánea.

Live in Japan: el rito chamánico del jazz eléctrico

Este álbum es un ritual. Grabado en Tokio en 1972, capta a Weather Report en su etapa más abstracta, todavía con el espíritu de Miles Davis flotando como un fantasma eléctrico sobre sus cabezas. Wayne Shorter y Joe Zawinul son ya titanes, pero la banda es una nave en busca de forma. El bajo de Miroslav Vitouš no groovea, flota. La batería de Eric Gravatt no marca el ritmo, lo disuelve. Aquí no hay “temas”; hay paisajes sonoros, atmósferas, neblinas cósmicas.

Escuchar Live in Japan es como leer a Cortázar: uno entra sin saber bien a dónde va, y sale transformado, algo confuso, pero felizmente inquieto.

8:30: Jaco Pastorius en estado de gracia y la precisión funky

Y luego está 8:30, esa joya doble donde todo encaja. Grabado en 1978 y lanzado al año siguiente, este álbum en vivo de Weather Report es pura dinamita escénica. Ya no hay niebla: hay luz, velocidad, groove, espectáculo. Aquí está Jaco Pastorius, ese bajista que tocaba como si cada nota fuera una declaración de guerra al aburrimiento. Teen Town, Black Market, Birdland, A Remark You Made: cada tema es un golpe de precisión quirúrgica y emocional.

Si Live in Japan era una misa pagana, 8:30 es un show de fuegos artificiales desde el corazón del jazz-funk.

Dos álbumes en vivo, un mismo vértigo musical

Elegir entre los dos es como decidir entre una meditación zen y una noche de carnaval en Río. Son dos facetas de un mismo diamante sonoro. Uno te habla del origen, el otro de la cima. Live in Japan te pide paciencia, te exige; 8:30 te toma de la mano y te lleva de gira por el universo.

Para quienes amamos la música que no pide permiso, que se atreve a ser libre y compleja, escuchar ambos es un acto de reconciliación con el arte de improvisar, con el riesgo, con la belleza del error y la exactitud.

Bonus Track

Les presento a Jaco Pastorius, el gato: 
 


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