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Mostrando las entradas de mayo, 2025

Ecuador 2025: Noboa, las bandas y el espejismo del ‘Bukelismo andino’

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Cuando camino por la avenida Colón, donde Quito todavía huele a pan y neblina, el eco de los disparos en Guayaquil parece un sonido llegado de otro planeta. Pero las cifras se encargan de recordarnos que ese planeta se ha mudado al vecindario: 44,5 homicidios por cada 100 000 habitantes convirtieron a Ecuador en líder regional del horror en 2023 y 2024, superando con holgura a México y Honduras. Esa estadística no es solo un telón de fondo: es la banda sonora desafinada de la reciente investidura de Daniel Noboa, un presidente que ha jurado dos veces en 18 meses y que ahora, con un mandato completo, tiene la oportunidad (y el deber) de demostrar que su proclamado “conflicto armado interno” es algo más que un eslogan pintado con brocha militar. De la paz narca de Correa al polvorín de hoy Para entender el presente convulso, hay que retroceder a 2006, cuando Rafael Correa optó por una negociación pragmática con los Latin Kings y los Ñetas. Durante un tiempo, funcionó: en 2017...

Una noche de agosto (en junio) en Quito con Neil Diamond

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  No estamos en Los Ángeles. No hay Greek Theatre. No hay multitudes rugiendo. Pero está mi tornamesa girando lentamente. Está Neil Diamond, de pie, con la camisa abierta y el pecho iluminado por reflectores de otro tiempo. Está esa noche caliente—de agosto, aunque aquí sea junio y llueva—convocada en la aguja, en el groove, en la memoria. Hot August Night no es simplemente un disco en vivo. Es un manifiesto de exceso, de teatralidad y de oficio. Neil Diamond no canta: predica, declama, seduce. Dirige una orquesta como quien doma una tormenta. Y todo eso, grabado en 1972, aún vibra con una intensidad que no se apaga, ni siquiera en los sistemas más modernos. Pero en el mío—con válvulas encendidas y cápsulas obedientes—esa energía se transforma en algo físico. Orgánico. Como si el Greek Theatre se armara con cada nota aquí, en mi sala. ¿Es kitsch? Claro. ¿Es desmesurado? Por supuesto. Pero también es honesto. Tan honesto como la forma en que Neil...

No hacer nada, trabajar con propósito: entre Epicteto, Buda… y esta necesidad de sentido

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No hacer nada, trabajar con propósito “No puedo llamar a alguien trabajador si solo oigo que lee o escribe… pero si pone su esfuerzo en relación con su propia conducta, para seguir adelante conforme a su naturaleza, solo entonces lo considero trabajador.” — Epicteto, Disertaciones, 4.4.41; 43 “De la nada surge todo. La no acción es la más perfecta de las acciones.” — Principio zen, en eco con el wu wei taoísta Hay días en que uno trabaja como bestia. Lee, escribe, responde correos, corrige textos, desborda pestañas del navegador, actualiza informes. Se siente ocupado. Se siente útil. Se siente —para decirlo con ironía— “productivo”. Y sin embargo… algo no cuadra. Epicteto te susurra desde el rincón del escritorio: ¿eso que haces, te hace mejor? ¿Te alinea o te dispersa? Y al mismo tiempo, desde algún lugar más difuso, como en eco de incienso y silencio, el budismo zen parece decirte: quizás estás haciendo demasiado… para evit...

Ceremonia de los retornos: Crónica en forma de círculo incompleto que insiste en cerrarse

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I Son las siete y treinta de la mañana y Loja se despereza con una luz de cobre bruñido: amarillos profundos, sombras nítidas y el aire serrano perfumado de cedrón recién machacado. A las seis en punto despegué desde Quito -un café de aeropuerto mal servido en la mano, la sonrisa nerviosa de mi esposa Verónica al costado y el bajo de mi hijo Gabriel colgado como mochila de viaje- rumbo al sur del Ecuador. El avión quebró la bruma capitalina y, en cincuenta minutos, nos soltó en el pequeño aeropuerto de Catamayo. Una SUV blanca piloteada por el mismísimo Julio Jaramillo serpenteó hasta Loja mientras el sol rompía sobre las laderas; yo, entre maletas y expectativas, repasaba mentalmente las décadas que me trajeron a este umbral. Ya en la tarde, frente al Auditorio Mayor de la UTPL, sostengo una bolsa de toga y birrete y pienso: "Vaya manera de plantarle cara a un sueño que tardó treinta y seis años en cuajar". II Retrocedamos a 1989: en la Central, Facultad de Comunicación Soci...

Veinte minutos tarde: el fracaso como espejo (estoico)

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  Hay días que parecen intrascendentes… hasta que te dan una lección de vida sin avisar. Hoy fue uno de esos. Y la clase duró exactamente veinte minutos. Tenía una cita importante. De esas que uno no debería —no puede— perderse ni llegar tarde. Pero decidí jugar con el tiempo como si fuera un niño con un encendedor cerca de un charco de gasolina. Salí con lo justo. Justísimo. Ese “justo” que en realidad significa: confío en que el mundo se alinee a mi conveniencia. Spoiler: el mundo no lo hizo. Se acumularon pequeñas tragedias urbanas que, juntas, armaron un coro griego de advertencias: el semáforo eterno, la moto que se cruzó con coreografía de suicida, el taxista detenido en modo filósofo contemplativo… y yo, atrapado en mi propio experimento de negación del tiempo. Llegué veinte minutos tarde. Y no fue el retraso lo que dolió. Fue la certeza de haberlo provocado. Recordé, como quien recuerda un verso que suena más a veredicto que a poesía, una frase que escribí hace poco: “No fa...

Hoy, no mañana

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(con Marco, con Séneca… y con esa urgencia que no da tregua) ¿Cuántas veces hemos dicho: “mañana”? Mañana empezaré. Mañana escribiré. Mañana seré mejor. Mañana dejaré de postergar la vida mientras finjo que la pienso. Y entonces viene Marco Aurelio -sí, el emperador estoico, el que gobernaba imperios mientras batallaba contra su alma— y nos lanza una frase que suena más a sentencia que a consejo: “Con razón llevas tu merecido. Pues esperas aplazar hasta mañana el ser bueno, antes que serlo desde hoy mismo.” Ay, Marco Aurelio. Uno intenta justificar sus pequeños aplazamientos, sus prórrogas morales, su modesta flojera ética… Y tú vienes, sobrio como un mármol, a decir que el castigo no es castigo, sino consecuencia. Que no se trata de ser héroe, sino de serlo ahora. Que postergar la virtud ya es perderla. Que mañana no existe. Y punto.  Pero a este diálogo le falta pólvora. Y entonces entra Séneca, no con toga filosófica sino con máscara trágica. Pone en escena a Medea —la mujer her...

Love Deluxe: Una noche con Sade, una copa de vino y la aguja flotando

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Hay noches que no exigen explicación. No buscan exuberancia ni velocidad. No piden rupturas, ni riffs, ni experimentos sónicos. Hay noches que, simplemente, te conducen hacia Sade. Coloco el vinilo en el plato, dejo que el brazo del tornamesa flote, como si se tratara de una caricia lenta. Y entonces entra la primera pista. Esa voz. Ese aliento contenido que parece hecho de terciopelo y humo. Todo lo demás -la luz azul tenue, el whisky ambarino en la copa equivocada, los sonidos de McIntosh pulsando como si respiraran- se vuelve apenas un acompañamiento. Sade no canta. Declara. Sugiere. Oculta. Y en ese misterio está su poder. “Love Deluxe” (1992) no envejece porque nunca pretendió sonar moderno. No necesitó filtros de época. Es minimalismo emocional en estado puro. Groove contenido, atmósferas densas y un erotismo tan elegante que nunca se rebaja a la obviedad. La producción es cristalina. Puedes distinguir el roce del platillo, la reverberación exacta del bajo, el espacio entre notas...

El groove ilustrado: US3 y Guru frente a frente

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  No todas las noches audiófilas se visten de smoking y sinfonías. Algunas, como esta, bajan la gorra con estilo y hacen breakdance en el parquet de la memoria sonora. Esta noche, el templo fue tomado por el groove. Hand on the Torch, el debut de US3, gira sobre mi tornamesa como si conociera cada rincón de la sala. Editado por Blue Note en 1993, este disco es —en todos los sentidos— un manifiesto cultural: el primer álbum de hip hop hecho íntegramente con samples oficiales del legendario catálogo jazzístico del sello. No piratería. No bootlegs. Legado, con firma y con swing. La cápsula se posa en el vinilo y arranca Cantaloop (Flip Fantasia). Boom. Ese riff de Herbie Hancock —robado sin violencia, pero con picardía— flota en el aire y se mezcla con la voz susurrante de Rahsaan Kelly, los scratches quirúrgicos, y una sección rítmica que no pide permiso. Aquí no hay nostalgia: hay reencarnación. Mis Focal Aria entregan cada contrabajo como si viniera directo de los estudios de Rudy ...

Manual de instrucciones para un artefacto que nadie entiende (incluido su creador)

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    El futuro, dicen, llega sin manual de usuario. Y si existiera uno, seguramente lo habría escrito una inteligencia artificial… en sánscrito binario, con letra pequeña y sin índice temático. Nos encontramos fascinados por el brillo de una tecnología que apenas entendemos. Estamos en la Edad de Piedra de la inteligencia artificial, aunque ya le entregamos las llaves del auto, la caja de herramientas, la brújula moral y, en ciertos casos, hasta la agenda editorial. Vivimos, sin mucha conciencia de ello, en una era en la que los creadores del fuego ya no controlan el incendio. Los padres de los algoritmos observan a sus criaturas con una mezcla de orgullo y temor. La criatura aprende sola, improvisa, se afina a sí misma y, como todo adolescente genial e inestable, ya no pregunta antes de actuar. Lo más desconcertante no es lo que la IA puede hacer. Es que no sabemos cómo lo hace. Las llamadas “cajas negras” —esos modelos complejos que ni sus propios ingenieros pueden desentraña...

Pompeya, Betamax y el eco que aún me habla

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  Hubo un tiempo en que los rituales eran eléctricos, no digitales. Era la segunda mitad de los ochenta y en casa de Eduardo Villacís —mi hermano de postadolescencia, camarada de vinilos, filmes extraños y pensamientos largos— nos reuníamos a ver, una y otra vez, una copia impecable de Pink Floyd: Live at Pompeii en glorioso Betamax. Eduardo no solo tenía buen gusto: tenía fe en la estética. Y ese Betamax, conectado a un equipo Technics modesto pero respetable, era su catedral. Allí, en la penumbra cómplice de su sala, escuchamos los ecos flotantes de Echoes, la crudeza primitiva de A Saucerful of Secrets, y la solemnidad casi litúrgica de Set the Controls for the Heart of the Sun. Ningún público. Ninguna ovación. Solo piedras milenarias y amplificadores rugiendo al cielo. Yo, estudiante de periodismo sin un centavo, decidí que necesitaba guardar ese eco. Llevé mi mejor cassette de cromo Sony —comprado con lo que debía ser el almuerzo de la semana— y grabé el audio directamente del...

Los hilos invisibles del decir

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Hay palabras que nunca dijimos. Y que, sin embargo, nos dijeron enteros. Vivimos en una época que ha convertido la comunicación en un simulacro: pantallas que brillan más que las miradas, discursos que se superponen como interferencias, monólogos gritados al vacío esperando likes como migajas de validación. Pero más allá del ruido, hay una verdad vieja y terrosa que se esconde bajo las capas del lenguaje: muchas veces, no hablamos desde nosotros, sino desde otros. Desde los que vinieron antes. Bert Hellinger, con su voz pausada y su incomodidad sistemática frente a lo políticamente correcto, entendió algo que muchos terapeutas prefieren esquivar: que la mayor parte de nuestras dificultades para comunicarnos no nacen de la ignorancia, sino de la lealtad. Lealtades invisibles que nos atan a los dolores, a las exclusiones, a las palabras nunca dichas de nuestros sistemas familiares. Porque no es lo mismo hablar que estar autorizado a hablar. No es lo mismo decir “te amo” si en tu árbol ...

Class of ’55: el disco donde Orbison, Cash, Lewis y Perkins volvieron al rock sin pedir permiso ni perdón

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  Había pasado el día caminando casi 10 kilómetros, explorando entre calles adoquinadas, olor a gofre y turistas con paraguas. Ya me dolía el dedo gordo del pie (el de la gota, claro), Alexa me había ignorado olímpicamente en la mañana, y yo solo quería un refugio. Y ahí estaba: Una tienda escondida de Bruselas, entre vinilos de techno belga, reediciones del sello ECM y alguna que otra joya de la chanson francesa, me topé con un disco que no buscaba… o quizá él me encontró a mí.  Se titula Class of ’55 y en la portada, como si fuera la foto de un anuario desordenado, aparecen cuatro tipos que fundaron eso que luego llamamos rock and roll: Roy Orbison con sus lentes oscuros de mártir pop, Johnny Cash con su expresión de funeral elegante, Jerry Lee Lewis mirando como quien no recuerda si acaba de prender fuego a un piano o a su casa, y Carl Perkins sonriendo con cara de: “yo sí me acuerdo de todo, pero no lo voy a contar”. Spoiler: no es u...

Cena con trufas (y sin vino)

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  Bruselas, noche clara de primavera. El viento frío baja por los tejados barrocos de la Grand Place con esa elegancia cortante que solo ciertas ciudades europeas conservan en mayo. Me refugié en La Chaloupe d’Or , templo turístico con aires de otro siglo, más por hambre que por pretensión, aunque, siendo sincero, también con una dosis de ritual. No por lujo, sino por reconciliación. La carta, como todas las cartas de estos lugares, ofrecía un desfile de tentaciones locales, platos que un hombre en guerra con su ácido úrico debe mirar de reojo. Pero entre las carbonnades, los quesos y los mariscos, aparecieron ellos: raviolis vegetarianos en crema de trufa . Una isla de sobriedad en medio del menú barroco. Los pedí. Y los saboreé lentamente, sin culpa. En un plato de loza azul, cremoso, aromático, cálido como un gesto amable. No había purinas, no había dolor, no había miedo en el pie derecho. El acompañamiento fue un té de lima , servido en copa alta sobre bandeja de porcelan...

Weather Report en dos tiempos: arqueología eléctrica y explosión funky

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Para Gabriel y su amor por Jaco   Estaba caminando por Bruselas, buscando la tienda de discos Veals & Geeks que había descubierto en mi primera visita a la capital de Europa, cuando sonó la alarma de mi reloj. Tenía menos de una hora para llegar a mi próxima reunión —por suerte, cerca del centro histórico— así que apresuré el paso. Y entonces, como si los dioses del jazz se apiadaran de mí, giré la cabeza a la izquierda y ahí estaba: Caroline Music. Fue amor a primera vista.  Caroline es una de esas tiendas que todavía huelen a vinilo nuevo y polvo de colección, donde los estantes crujen de historia y tentación. Entré y estuve a punto de perder la cabeza —cosa que no sería la primera vez que me ocurre en una disquería—. Terminé saliendo con cuatro vinilos bajo el brazo, entre ellos uno que me sacudió la memoria: el famosísimo 8:30 de Weather Report. Al verlo, me devolvió como un relámpago a la primera vez que escuché aquel disco en vivo, pero no ese, sino otro, más l...

Segundas Temporadas: la belleza de volver a empezar

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Debía comenzar por aquí, pero esta no es una peli con narrativa lineal, todo lo contrario, los saltos en el tiempo son marca de la casa.  Hay quien dice que no hay segundas oportunidades. Que lo que no se hizo, no se hará. Que lo que se abandonó, debe quedarse en el archivo. Pero yo, que he visto cerrar diarios y abrir heridas, que he coleccionado vinilos como quien rescata vidas pasadas, creo firmemente en las segundas temporadas . Este blog, este rincón digital que lleva por nombre Segundas Temporadas , no es una novedad ni una ocurrencia de madrugada. Es una reanudación . Un volver a escribir, con el alma menos ingenua, pero no menos apasionada. Porque hubo un tiempo, hace más de una década, en que escribir era parte de mi respiración diaria. Tenía una columna semanal en el diario HOY , donde reflexionaba sobre política, derechos humanos, cultura, periodismo, música y la vida en general. Ese espacio se convirtió en una pequeña patria de papel. Pero en 2013, el gobierno d...