Diarios Estoicos: El arte incierto de irse bien (parte I)
Confieso que no sé irme bien.
Me cuesta soltar. Me cuesta no resentirme.
Me duele desprenderme de lo que he querido, de quienes he amado, de los proyectos que me han definido durante años. Me cuesta dejar atrás una vida tejida en torno a afectos, colegas, propósitos.
No tengo fórmulas. Solo cicatrices.
Y sin embargo, algo en mí sabe que irse bien es parte del camino. Que no se trata solo de dignidad o madurez, sino de libertad interior. Que irse mal, a veces, es quedarse atrapado en una jaula que ya no existe.
Los estoicos hablan de esto. No con palabras dulces, sino con una claridad que a veces corta como bisturí. Epicteto, por ejemplo, lo resume con brutal ternura:
“No digas ‘he perdido tal cosa’, di: ‘la he devuelto’. No era tuya. Era prestada.”
(Manual, 11)
Eso incluye las personas. Las ciudades. Las ideas. Las formas de vivir.
Y lo dice sin anestesia.
Pero no como quien niega el dolor.
Sino como quien lo convierte en acto consciente.
Marco Aurelio, en cambio, lo dice en voz baja:
“Si tienes que partir, hazlo como quien suelta una fruta madura: sin sacudidas, sin retener. Solo con la conciencia de que ya era hora.”
(Meditaciones, 4.48)
Hay días en que eso parece posible. Otros, no.
Hay amores que se van como hojas en otoño. Otros como incendios.
Hay trabajos que uno deja con alivio. Otros, con un hueco que suena en el pecho por años.
Y en medio de todo eso, el estoico no niega lo humano.
Solo lo ordena. Lo encuadra. Lo devuelve al lugar del juicio.
“No está en tu poder evitar las pérdidas.
Lo que sí está en tu poder es elegir cómo irte.”
Y entonces pienso que irse bien no es nunca fácil.
Pero quizás sea el último regalo que uno puede dar:
irse sin destruir, sin envenenar, sin dramatizar.
Irse como quien agradece, no como quien castiga.
Irse como quien honra el pasado, no como quien se atrinchera en él.
Irse sin llevarse de más ni dejar de menos.
Como un buen huésped.
Y tal vez, entonces, el verdadero signo de madurez no sea quedarse…
sino saber cuándo y cómo decir adiós.



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