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Jamie Cullum y Bill Evans: dos whiskys para una misma noche

  El instante La noche empieza con un gesto mínimo: mover un disco y cambiar de ánimo. Hace un rato sonaba Taller , con Jamie Cullum confesándose en primera persona sobre la mesa del living. Ahora, en el mismo altar audiófilo, la portada ha cambiado: Bill Evans mira hacia abajo en Portrait in Jazz , como quien ya sabe que lo que va a tocar no sirve para animar fiestas, sino para acompañar silencios. Las válvulas del McIntosh siguen encendidas, las columnas Focal esperan la próxima orden, el Clearaudio deja de sostener a Cullum y se prepara para recibir a Evans. Es casi la misma luz, el mismo sofá, la misma ciudad afuera. Pero la atmósfera, sin que nadie lo anuncie, gira unos grados: de la confesión contemporánea a la elegía en blanco y negro. En la copa —literal o imaginaria— también hay cambio de líquido. Lo que venía sonando era un whisky moderno, bien mezclado, pulido, con notas de producción pop, arreglos cuidados y letras que hablan de ansiedad, autoestima, matrimonios, terap...

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