Entre la luz que no hiere y el sonido que respira: Una noche con Live in Tokyo de Silvia Pérez Cruz y Marco Mezquida

La aguja toca el vinilo como se roza una herida que ya no duele. Afuera, la ciudad existe como un murmullo contenido; adentro, la sala apenas iluminada por azules quietos y violetas tímidos. Sobre el plato gira Live in Tokyo, y el tiempo, simplemente, se disuelve. Silvia canta. Y no canta para mostrar, ni siquiera para decir: canta para recordar lo que creíamos olvidado. Su voz no vibra: respira. Y lo hace en el oído como un susurro de alguien que se ha desnudado mucho antes de desvestirse. Marco Mezquida no acompaña: habita con ella. Se mueven como dos planetas que decidieron bailar su órbita mutua, sin gravedad más que la del alma. Hay momentos en que el piano no suena: parece pensar. Una nota flota, se pierde, vuelve. El silencio entre las frases —ese arte japonés de lo no dicho— es lo que verdaderamente estructura este disco. Todo lo demás es ornamento. No hay arreglos complejos, no hay adornos innecesarios. Solo lo esencial. Solo lo que puede decirse entre una lágrima que no ca...